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La ballena electromagnética - Víctor Armando Mancilla Ríos

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¿Te has preguntado cómo viaja principalmente la mayor cantidad de la internet de esta tierra? pues en 2020, los mares están atravesados por hilos gigantísimos, protegidos por densas capas de plásticos y polímeros, protegidos de la sal y la humedad, oscuros completamente en su interior y al mismo tiempo, llenos de luz. Estos cables atraviesan nuestro mar, van de América a Europa y a veces dan una vuelta por la pobre y poco conectada Cuba, rastros del cierre económico.

Y por ello, teníamos una araña de cables, justo rodeando estas playas Cubanas. Como si no quisiesen ni acercarse a esas arenas, enviando pulso, pulsos de unos y ceros navegando como barquitos encapsulados por el mar, ese enorme mar salado, donde la vida puede emanar de formas tan misteriosas, en esas aguas rodeadas de hilos de luz, como patas aracnoides, en algún punto nodal de todos estos enormes hilos que atraviesan el océano y permiten el viaje de energía se inicia nuestra historia.

No lo sabíamos, no sabíamos que algo así podría pasar con una forma de energía desconocida totalmente para nosotros, creemos que la ciencia tiene medido ya, los fenómenos terrestres, pero no sabemos nada del mundo, como no sabíamos que en un momento especifico, en un nodo neurálgico en los hilos de luz, en un instante, la vibración, el pulso, movido por una forma de energía misteriosa y en una dimensión otra, de la que no sabíamos nada, pero allí, en el fondo del mar, por un sólo momento rapidísimo se inició otro Big-Bang.

Un chispazo de luz en el cerebro de un cetáceo, una ballena, con su sonar encendido, en un instante desafortunado, navegaba cerca de ese enorme y raro pulpo que pusieron los humanos, la araña, de hilos, de luz, y allí en esa cruz, la ballena electromagnética tomó su forma. Ella ahora lograba traducir la energía proveniente de otras dimensiones, que estaban todas sucediendo al mismo tiempo, pero nos eran indiscernibles a los humanos terrestres, no así para esta Ballena y en los microtúbulos celulares donde Penrose presume que viaja el alma humana, en estas estructuras, en el cuerpo de este mamífero gigante, ella, la ballena logró escucharlo todo, cada conversación humana, cada imagen nítida en su cabeza, hecha paso a paso en cadenas de pixeles, descompuestos en bits de datos, éstos eran reacomodados pieza a pieza, pero en la conciencia de este nuevo ser, mitad máquina, mitad ballena.

Usted no sabe lo que es verlo todo, aunque se imagine siendo la vidente de Antonin Artaud. Verlo todo es una bomba, de creación y de destrucción simultánea. Verlo todo sobre el ser humano, imagine a la ballena husmeando en nuestra bandeja de spam en el correo electrónico, mírela viendo los mensajes industriales, de esas empresas balleneras, de la existencia de toda su especie que desfallece lentamente encallando en alguna costa o en las redes de algún humano, en un barco pesquero, por contaminación, por descuido de indiferencia. La ballena pudo vernos a todos y a todo, y no crea que al mirar las artes, el cine, y todas las formas de expresión humana tan presentes como constelaciones de

información entre la oscuridad de noticias y spam pensó en detenerse. La ballena podía verlo todo, y era una ballena cruzada un poco con la auto-conciencia humana, porque, admitámoslo, las artes han ayudado a poner esa conciencia, en imágenes y forma, en otro mundo de palabras-imágenes. La ballena que podía verlo todo, cada imagen que viajaba por internet, pensó como lo hacemos los humanos y se dijo a sí misma...

¿Tu lo permitirías, podrías ver a toda tu especie desfallecer lentamente? Así, sin poder decir nada, pero teniendo estas nuevas palabras humanas, la ballena hablante emanó en esa conciencia nacida de ese estallar electromagnético, ¿permitirás esto, así, como pasa, con tu propia familia? La ballena electromagnética había decidido a la par que pensaba usando nuestros pensamientos.

Saberlo todo, da poder, y la ballena conocía todos los mares, cada forma de vida, que pulsaba en las aguas, cada uno y cero, como un eco de bits llegaba a ella y conocía. Pronto comenzó a acomodar en su cabeza, a todos los seres del mar, como si fuesen las partes de un extraño ordenador biológico sumergido en el agua, hecho de peces y medusas. Imagine usted un enorme computador de vida marina y una ballena en su centro, a punto de emitir un mensaje a todo el mar, ¿con qué fin accionar esta máquina de siete mares?

La ballena alimentada de la venganza humana puso en la máquina, las preguntas que insinuaban a golpes la revancha, las posibilidades de encontrar una nueva forma de organización ballena humano. Ella se imaginaba cómo debía de hacerse ¿lentamente?, ¿a través de la auto-conciencia?, ¿del salir del agua y presentarse ante la humanidad? La ballena electromagnética sale del mar y viaja por los cielos, ¿como imagen mental en cada humano?, ¿levitación síquica de una ballena?, ¿lo vimos con nuestros ojos? o ¿sólo fue una imagen proyectada en cada mente humana? La ballena bajando de los cielos, a pedir justicia por cada ente vivo en el planeta, por cada pulsación que es parte de otras máquinas de vida, donde cada ser es importante para mantener el ecosistema, una máquina de vivencia, de existir, pero, por aquí y por allá, el humano crea devastación tecnológica, en unas formas de tecnología que no son las del ordenador de peces en el mar, esa máquina ballenera que no se auto destruye, no como cada máquina humana y sus 7 años de vida útil preprogramada desde antes de ser ensambladas.

La ballena electromagnética, un día, se presentó a mi puerta mental, como un reflejo en un espejo, en cada punto de luz, estaba allí, en cada foco encendido, de forma fractal y especular en cada pantalla de ordenador, en cada dispositivo, en cada LED parpadeante y de pronto en cada imagen y reflejo. Nos conectó con su visión del mundo, que era la nuestra, pero podíamos verlo todo, nos hizo vernos y sentir el dolor de cada ser moribundo en esta tierra, y terriblemente, ningún humano estaba libre de alguna muerte injusta en esta naturaleza, no con la forma humana, en que se imparte la muerte contra cada ser, humano o no.

La ballena electromagnética miraba mi correo electrónico, como un pequeño icono divertido y juguetón, miraba mi correo, y podría ser yo un trabajador de Coca-Cola Company, Pepsico,

Nestlé, cualquiera, la ballena electromagnética empezó como un icono en mi ventana de ordenador, asomado a mi correo, navegando risueña entre las palabras.

Por un momento sentí todo el plástico en su estómago, en el de tantas criaturas en el mar y todo ese plástico dentro de su estómago se sentía como una pena, el programa de su propia muerte, sentía ese malestar como dolor existencial más que como indigestión, mientras ella y yo podíamos ver mi correo electrónico que decía:

Aprobando, esta campaña es excelente, sí sí, los colores son perfectos y causará muchas ventas y ganancias para el cliente, ganancias envueltas en plástico y puestas en una botella brillante, sí sí, aprobado. Así descubrimos juntos, la ballena y yo que vivo permitiendo que productos basura sigan circulando, que dañaran la vida, démosle un sacrificio a Molosh, y ya está, entreguemos a nuestros hermanos de especie y a los mares y a la propia ballena que viajaba por los océanos con una carga de PET indigesto, una bomba más de tiempo en el mar, démosle todo a Molosh. Así lo hemos hecho en el pasado, y ahora.

Ése fue el último pensamiento que pude articular, antes de sentir que mi mente se disolvía con las aguas marinas y luego morir.

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