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Contrarréplica a Ícaro - Eduardo Paredes Ocampo

Olvidar que no existen límites

hacia las constelaciones

le trajo una soledad

de vitrina

–futuro sólo elogiable de compararlo con el del resto de los suyos:

polvo esparcido sobre el océano Índico

o montón de huesecillos enterrados en una isla condenada a anegarse.

La amnesia

de volar,

heredada por tatarabuelos que prefirieron una procreación ente pastizales,


es la causa de que,

como un maniquí

entre temporadas,

desnudo luzca tras un aparador.


Una contrarréplica a Ícaro es el dodo del Museo de Historia Natural:

no aspirar con un par de alas

al sol dictó su tragedia.

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